Dolor.


Me mata no saber qué me pasa. 
Me mata no saber controlar el dolor, no poder pararlo. 
Me mata el motivo de ese dolor, me mata que me duela. 
Quiero que te vayas de mí, pequeño monstruo, quiero que te alejes cuanto antes y me permitas vivir lo que hasta ahora no ha sido posible. 

Me desconciertan las palabras y las situaciones, me nublan las ideas, y me arañan cada día. 
Me encuentro encadenada entre presas sin igual, entre humanos que alcanzar, entre injusticia que soportar. Y miles de espejos pasan sobre mí y nunca me veo. Nunca me siento. Miles de reflejos de mentira y oscuridad, de cero ilusión y humanidad. Sólo hay carne, sólo hay hueso, sólo hay personas y versos. Versos que intento unir para intentar darle un sentido a mi alrededor, para intentar desquebrajar del todo los pensamientos de dolor.

Pero claramente es un día más sin éxito, un día de desconsuelo, sin aliento y de veneno.



Vete de mí, huye sin un fin, termina con todo y libérame del odio.
Mata mis demonios, mátalos y vete, quiero que te alejes y me dejes de repente. 
Quiero despertarme y que no estés, quiero reencontrarme con mi ser, quiero que repitas el adiós, que cojas tus maletas y huyas del balcón. 
Que dejes que desaparezca de mí, que dejes que me inunde en frenesí, que sea feliz, que sepa vivir. Déjame y vete. Déjame, que ya no duele.

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